RESUMEN FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA SEXUALIDAD HUMANA
Este bloque nos da una amplía definición de lo que históricamente se ha
concebido como “hombre”, empezando con Max Scheler, siguiendo con Platón y
Aristóteles, posteriormente con San Agustín como representante del cristianismo
quién guiaba su definición hacia esta creencia, apareciendo también Santo Tomás
de Aquino, Descartes, Pascal, Herder que también orientaba su definición a lo
teológico, Marx en la Época Contemporánea, Heidegger, J.P. Sartre y finalmente Wittgenstein.
Llegando así, a cuestionarse el campo en el que se desarrollaba dicho hombre y
tomando todas estas definiciones para la construcción posterior de la relación
directa entre antropología y sexualidad humana, así como también la importancia
del amor, el afecto y la sexualidad en el desarrollo y la evolución humana.
La principal relación que se encuentra entre la antropología y la
sexualidad humana es que en ambas hace aparición el “amor”, siendo esto un acto
del espíritu que no es acto psicológico y que no se debe confundir con el
afecto.
Aparte de esto, hace una clara explicación de la diferencia entre
genitalidad y sexualidad, siendo la primera un proceso reproductivo de
características hormonales y la segunda, un conjunto de características
psicológicas, afectivas, sentimentales, emocionales, socio-culturales y
espirituales.
También debemos tener en cuenta que el campo de la sexualidad no se
puede reducir a una simple identidad en el plano físico y que debido a esto, se
debe tener una correcta educación sexual basada principalmente en 3 pilares
(educación para la identidad, educación para la procreación y educación para el
amor). Conformando de esta forma, una preparación para la vida familiar y
social.
ENSAYO FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA SEXUALIDAD HUMANA
Antes de saber cuál es la relación directa entre la antropología y la
sexualidad humana es de vital importancia conocer las definiciones históricas
que se han hecho acerca del hombre. La primera aparece con Max Scheler quien creía
que poseíamos una antropología científica, una filosófica y otra teológica que
no se preocupaban la una por la otra y que esto no nos llevaba a tener una idea
unitaria del hombre; después aparecen las definiciones de Platón y Aristóteles,
en dónde el primero ve al hombre como un dualismo dicotómico y el segundo, ve
necesaria el alma como sustancia y forma de un cuerpo natural que tiene la vida
en potencia. Bajo el dogma del cristianismo, aparece San Agustín creyendo que
el hombre es imagen de Dios y consta de espíritu, alma y cuerpo, paralelamente
Santo Tomás piensa que el hombre es persona.
Posteriormente en la Época Moderna, Descartes manifiesta que el hombre
es un yo pensante y para Pascal, el hombre no es más que una caña, la más débil
de la naturaleza pero ante todo, una caña pensante. Para Herder, el hombre
también es imagen de Dios. Pero para Marx en la Época Contemporánea, el hombre
es un ser que trabaja, un animal de trabajo y un animal histórico.
Estas definiciones nos adentran un poco hacia lo que la antropología ha
desempeñado a lo largo de la historia.
La pregunta que después de esto surge es, ¿Qué relación existe entre la
sexualidad en general y la
antropología?; esta respuesta la podemos encontrar fácilmente en la frase del
DR. F. Montiel A. “Hacer el amor es también comunicación y, como acontece con
las palabras, algunas personas se comunican mejor que otras”, siendo el amor en
la estructura antropológica un acto del espíritu que no es psicológico y que no
se puede confundir con el afecto, pues
el afecto se explica más en el mundo animal y en un orden mayor. Por tanto, entra la libertad
fundamentada y formada en el amor, dependiendo en gran medida del tipo de
educación recibida en la infancia, adolescencia y juventud, marcando
fuertemente de esta forma el carácter del individuo.
Dentro de esto, es de vital importancia tener clara la diferencia entre
genitalidad y sexualidad, pues la primera se refiere meramente al proceso
reproductivo de características hormonales y la segunda, refiriéndose al
conjunto de características psicológicas, afectivas, sentimentales,
emocionales, socio-culturales y espirituales; pero ordenándose ambas en el
amor. Siendo la sexualidad también una energía vital y originaria de la vida que se expresa a través
del actuar humano. A su vez, esta relación sexual humana hace que valores como
la libertad, la fidelidad, la constancia, la humildad y demás sean necesarios y
siempre presentes.
Para la Organización Mundial de la Salud, todo esto es el producto de la
integración de los aspectos somáticos, afectivos, intelectuales y sociales del
ser sexuado de tal modo de llegar a un enriquecimiento de la personalidad
humana, de la comunicación y del amor. Siendo en este sentido para ella, un
animal biológico, afectivo, racional y social pero que no se puede reducir esta
identidad solo a un plano físico como comúnmente se hace, pues la sexualidad es
el conjunto de aspectos que abarcan a toda la persona humana, en la unidad de
su cuerpo y de su alma espiritual, y que la configuran como hombre o como
mujer, derivándose una fuerza interior que está referida a la afectividad, a la
capacidad de amar y a la aptitud para relacionarse con los demás, generando la
necesidad de dar una educación sexual orientada a la formación de actitudes positivas
dividiéndose en tres pilares (Educación para la identidad, educación para el
amor y educación para la procreación), formando una educación para la vida
familiar y social.
El principal componente de estas dos es la persona humana, que a su vez
es una unidad que se divide en partes como material (cuerpo), una inmaterial
llamada alma espiritual y capacidades como la exterioridad e interioridad.
Aparte de contar con una identidad que equivale a ser persona sexuada como
varón o mujer, comunicación en la que una caricia con afecto se vuelve
infinitamente algo especial o una palabra agradable que es más equivalente que
un conjunto de sonidos. La responsabilidad que aparece como un don natural que
surge de la comprensión integral de la persona y por último, el hombre como un
ser integral que se caracteriza por las actividades físicas, actividades psíquicas
y actividades espirituales. Pues en cuanto más se ama, más integrado se está y
cuánto más integrado se está más libre se es y cuánto más libre se es, mejor
será el amor, más verdadero y más auténtico; alimentándose de valores
corporales, sexuales y personales pues de una u otra forma, la finalidad del
cuerpo y su valor radica en “transmitir” la suma de lo exterior y lo interior.
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